La Luz y las sombras



Estaba sentado en el paradero de bus. La luz de los faros daba en mi rostro, y yo sentía que la soledad invadía todo mi cuerpo como una enfermedad.  Así son estas cosas; si siento dolor, la soledad lo engrandece. Pero la peor soledad es la que viene a oscuras. Yo, por lo menos, tenía la compañía de las lámparas; tenía la compañía del movimiento, de mí, de lo que odio y lo que amo. 
La verdad ya no sé ni lo que digo. Me siento tan solo, que busco compañía hasta en la colilla del cigarro. En todo caso, estaba inmerso en mí mismo, cuando, en ese mismo paradero, alguien se sentó. Era una pequeña mujer, de cabello castaño y con un hermoso rostro. Verla me daba curiosidad, ya que ella tenía unas gafas grandes, oscuras y gruesas tapándole los ojos. Me acerqué un poco, y pude robarle unas cuantas palabras.
-Disculpa.
-¿Si, hola?
-No quiero ser imprudente.
-No lo estás siendo.
No quedaba más que sonreír; toda pregunta estaba atada a la sensación de fraternidad. Y yo, tanto curioso como impertinente; resuelto a preguntar, la miré y dije: 
-¿Tu por qué usas gafas en la noche?
-Estoy ciega. No veo, no puedo ver. Las gafas son para evitar las miradas.
La respuesta evocó un prolongado silencio entre los dos. Me pregunté a mi mismo; sentí la necesidad de pensar en ello. ¿Qué se sentirá no poder sostener una mirada? ¿Qué? ¿Cómo será? El tiempo en ese instante se congeló, y ella usó su boca para romper el silencio, como un beso que da inicio a un prolongado placer en la cama.
-No sé qué decir.   
-No importa. Siento como si estuviera hablando a simples sombras; como si yo viviera en la completa soledad a oscuras.
Quedé aun más atónito. Me temblaba la boca; no era capaz de hablar. Para ella yo era solo una simple sombra. No miento cuando digo que todo parece inusual e incómodo. Ella no puede mirarme, y no sé cómo responder. Puedo decir palabras, pero ¿cómo expresarlas? ¡Cómo!... No sé. Lo único que hice fue levantarme. “Buena noche”, dije yo; “hasta luego”, respondió ella. 
Ya al pararme, no se me ocurrió otra cosa que caminar; trasegar las calles junto con mi sombra. Eso era lo único que quería. No sé qué pasó con la mujer; si murió o recobró la vista. De todas maneras nuestra conversación fue muy corta; y, por desgracia para ella, solo fueron sombras que le hablaban en el paradero de buses.        

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