La paradoja del minotauro - Ensayo sobre el caso de Aveiron



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Las palabras son en el mundo lo que es el aire a la vida; y pensaría que las posibilidades de vivir serían mínimas si el aíre faltara. Esta metáfora que en parte explica la importancia del lenguaje en el mundo (como lo conocemos y lo apalabramos) sirve como síntesis para reflexionar sobre un tema que importa a todo ser humano que existe. Todo hombre o mujer en este momento, en cualquier parte del mismo lo que hace, en este preciso momento es hablar. Las palabras que se hablan tienen un fuerte impacto en la vida tanto del hombre maduro, como del joven, y así mismo del bebé; sin ellas, las capacidades cognitivas no sería desarrolladas, y por lo tanto no sería en el mundo; o más bien no existiría en el mundo, dado que no pertenecería al cuerpo social, o a las esferas culturales; ni si quiera tendría religión o partido político. Escojamos un  ejemplo en mil: Mircea Eliade, cuando argumenta que el ser humano es naturalmente religioso, afirma que antropológicamente el ser humano desde su visión sociológica está inmerso en el mito, y por ende (ya que pertenece a una comunidad) puede inventar o dar vista y claridad sobre fenómenos vistos, no visibles pero estudiados. En palabras más claras, si el hombre es en el mundo, es porque intenta dar explicaciones sobre su origen y su realidad a partir del mito. Ahora bien, la visión cosmológica de los primitivos, y los antiguos, está llena de mitos y célebres explicaciones a partir de la representación simbólica del mito; puesto esto en evidencia, y teniendo en cuenta el progreso intelectual de la humanidad, podemos ver cuanto ha cambiando la historia humana a partir de la filosofía, la ciencia y la esfera social y espiritual. Así, pues, no es lo mismo el pensar de los griegos, a los medievales; o creer que en el siglo XIX la vida era igual que en pleno desarrollo de nuestro siglo. En suma, considero que a partir de las formaciones sociales puede el hombre (o el ser humano) dar cuenta de su existencia; pero ¿Qué pasaría si el mismo ser humano no tuviera fortuna de pertenecer a una comunidad? Esto nos lleva a replantear cualquier presupuesto de nuestro pensador de las religiones del mundo. Todos los hombres tienen por naturaleza buscar su origen y finalidad (cosa que compete a toda religión, a pesar de sus contradicciones); pero, si existiera un hombre que no desarrolló la capacidad de estar en sociedad ¿Sería religioso? O por lo menos ¿Pensaría en sus orígenes? Creo que aquí se ve bastante bien cómo a partir de la palabra y el lenguaje el ser humano construye su visión de mundo, y sus posibilidades para descubrir sus orígenes; y, como a partir de la subjetividad puede llegarse a evidenciar fenómenos vistos y sentidos, gracias a nuestro aparato representativo. Después de esta exposición sumaria hay que pararnos en el problema que surge a través de las dudas propuestas; y luego haré una recapitulación para tener los puntos claros y concisos. La pregunta es: Si el hombre desde su naturaleza busca respuestas a su origen ¿Será qué si no perteneciera a una comunidad, sería humano y tendría la capacidad de dar respuestas a la vida o a la existencia? La respuesta es no. El ser humano es incapaz de ser solo en el mundo; porque necesita expresar y desarrollar su misma visión; y esto se da (por completo o en parte) gracias al lenguaje. Todo esto significa que es por medio del lenguaje en donde el hombre es en el mundo; o en otros términos, lo que hace que el ser humano sea ser humano, es el hecho de que puede representar simbólicamente su mundo. A falta de este, será un intermedio entre humano y animal. Una forma especializada de limbo. Un no retorno. Un niño ferino.

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Hemos llegado a un punto importante en nuestra discusión. Todos nosotros (los seres humanos) somos lo que somos porque representamos la realidad a partir del lenguaje; pero existen casos en que algunos entes olvidados por la sociedad y la medicina, al estar tan aislados del mundo, no alcanzan a desarrollar facultades que le permitan pertenecer a una comunidad humana. Este es el caso de Víctor de L’Aveyron, un conocido caso que fue estudiado por Jean Marc Gaspard Itard, un médico y pedagogo francés que se interesó por estudiar las concepciones filosóficas y antropológicas de la naturaleza humana. Su gran teórico fue Codillac. El propuso una doctrina filosófica basada en la unicidad de los sentidos. En definitiva la muy atrayente teoría sobre el sensualismo de Codillac, fue para Itard la piedra fundamenta en la que basó todo su estudio sobre la naturaleza humana.
Como hice mención anteriormente uno de los casos  más particulares (que aterró a la comunidad científica de su tiempo) fue el del salvaje de Aveiron, al que Itard le prestó completa atención. En el años de 1801 y 1806 publica sus memorias sobre el caso de Víctor que -en palabras del mismo- dice que cuando llegó a su casa “los ojos sin fijeza ni expresión, sin cesar divaga de un objeto a otro sin detenerse jamás en uno de ellos, hallándose tan poco ejercitados, tan poco coordinados con el tacto, que en modo alguno sabían distinguir entre un objeto de bulto o una simple pintura; el oído tan insensible a los ruidos más fuertes como a la más emotiva de las melodías, el órgano de la voz, en el estado de mudez más absoluto, no emitía sino sonidos uniformes y gutural; el del olfato parecía igualmente indiferente a la exhalación de los perfumes como al hedor de las basuras de que estaba impregnado su cubil; el tacto, en fin, se limitaba a la función, mecánica y no perceptiva,  de la pura prensión de los objetos”.
Las condiciones en las que Víctor llegó a la casa de Itard fueron bastante particulares. Sus capacidades estaban  en su totalidad atrofiadas, y no tenía percepción espacial, desarrollo de la atención y la memoria. Pero lo que más impresiona es que no podía hablar; y por más que los esfuerzos pedagógicos se efectuaran en él, era poca (sino es que nula) su capacidad de hablar. Ahora bien, hay que aclarar que a pesar de todo él era inteligente, o por lo menos más inteligente que los primates ¡Claro! Es imposible hasta ahora  que un mono común, sea capaz de distinguir entre un cubo vacío y una orden. Es difícil (sino es que imposible) que entiendan una orden desde el razonamiento lógico cuando decimos: “no hay agua; el cubo está vacío, por lo tanto hay que llenarlo”. Para ilustrarlo mejor pienso que las capacidades en relación con los animales no pasa del estadio instintivo; mientras que los humanos desarrollamos una consciencia avanzada gracias a nuestra capacidad cognitiva y la plasticidad de nuestro cerebro que da origen al aparato representativo. Víctor a través de las enseñanzas pudo comprender y aprender (muy lentamente) sobre estos procesos intelectivos. El desarrolló memoria, atención y afectividad moral; pero nunca pudo aprender a hablar; y esto es lo que nos interesa en este ensayo. Como él nunca pudo hablar, jamás pudo estar en el mundo de los hombres; y por otro lado, no era totalmente animal sino que pertenecía en un punto intermedio en el que era inamovible; como una mezcla entre animal y humano, sin ser ni uno ni lo otro. Recuerda mucho el mito del minotauro, que según la leyenda era mitad hombre y mitad animal, pero ninguna de las dos completamente. En fin, nunca pudo saber que es el origen, o que se entiende por principio; Víctor, nunca pudo saber que era el Ser, la nada o la ciencia. Y por esta razón, creo indiscutiblemente la afirmación, (y sirva para aclarar) que lo que nos hace humanos es nuestra capacidad simbólica y representativa de la realidad.  Lo confirman las palabras que muchas veces sintetiza Wittgenstein en investigaciones filosófica y en sus demás obras:los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje”. 

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A lo largo de esta exposición quedan claras dos cuestiones que no pueden dejarse pasar: el ser humano es lo que es en la tierra gracias a su capacidad para dar sentidos a sus actos, para construir naciones y ser un animal racional, y por ende un  animal político. Además el hombre tiene la capacidad del descubrimiento, de crear sistemas y lenguajes diversos (como el lenguaje poético, musical, la lógica y el lenguaje matemático). Pienso que la escritura y la democracia entre otras grandes manifestaciones de su entendimiento se originan porque los puede crear; pero, no fuera así sino tuviera lenguaje, o, alguna manera de representar y describir lo piensa razona y cree. Sin el lenguaje nada de lo ya mencionado existiría; y por esta razón ocuparnos de su desarrollo y estímulo es primordial en nuestra educación.
Como ya lo hice notar hay un gran interés que estriba en la educación temprana. Si Víctor hubiera tenido la fortuna de educarse y de crecer en medio de una atmósfera humana, sería un hombre normal, o por lo menos humano dentro de los parámetros necesarios para ser y un ente dentro de la existencia consciente. Itard por más que lo intentó, nunca pudo enseñarle a hablar al niño salvaje; ya que había pasado de su etapa crítica para la adquisición del lenguaje (que está más o menos entre el año de gestación y los once años aproximadamente). De todo ello la mejor conclusión que pueda dar a este ensayo es la importancia de la filosofía y la educación en el desarrollo temprano del lenguaje. Cuando un niño (o un joven) es estimulado con las ramas del conocimiento humano, será un hablante curioso y procurará tener sabiduría. No será ingenuo, y podrá lograr moverse con mayor integridad en una selva que se constituye como el bosque de concreto; en donde se gestan grandes contradicciones; pero, también formas inalterables de ser. Como humanos sabemos que en todo esto, (falte, o no se desarrolle) poseemos una capacidad innata en nuestra naturaleza: Hablar. Solo falta salir a la calle para enterarnos de esto; en todas partes se habla, en todas partes hay palabras.   



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