Qué es escalera y que es complejidad


Eduardo Arroyo
vestido bajando una escalera


Escalera

Es preciso aclarar que el artículo que propongo ahora mismo es sobre la lectura y la interpretación. Por un lado creo que el problema inicial planteado es la forma de abordar el texto; no como un mundo justo y puesto para la interpretación sino como un modelo hacia un uso determinado. En la educación (la lectura) se utiliza para enseñar la lengua materna, y, con toda su compleja estructura la "lengua", a pesar de que puede ser enseñada teniendo en cuenta imágenes y estructuras institucionalizadas de recepción en base a una lectura comprensiva, la experiencia de la lectura en la vida humana es lo pertinente; cosa que –como dice Gilles Therien a modo de paráfrasis- es borrado del plano educativo. Dicho así de esta manera la lectura tiene unas implicaciones escolares, que no son necesarias en ámbitos estrictos de lo académico como instrumento para un fin pertinente, sino que es algo que devuelve la humanidad al hombre mismo. Como si fuera un “sí mismo” ontológico enraizado en el texto, cosa que precisamente hace que el texto sea un mundo que nos lee, un ser vivo y un diálogo entre inmortales. Pero fuera de cualquier alusión filosófica o concepto literario la idea principal es que este ensayo tenga una recepción sana.

Comenzaré entonces a hablar sobre el concepto de escalera; y no entendiendo escalera de la manera piagetiana (como ciclos que comienzan desde lo más básico hasta lo más complejo, o desde las etapas de desarrollo que se relacionan con el lector hasta el grado de complejidad interpretativa que utiliza el ser humano en sus grados de complejidad cognitiva). Para ser más claros, la escalera debe comprenderse como la capacidad de pasar de una etapa a otra o de una perspectiva enriquecedora de forma cualitativa.

En realidad, la escalera es de naturaleza más cualitativa que cuantitativa. Pasar de una etapa a otra es ser capaz de cambiar de perspectiva y de entablar un nuevo tipo de relación con el texto. El paso de una etapa a otra no depende necesariamente de un mejor conocimiento de la lengua, sino de la capacidad de tener nuevas percepciones y de crear objetos nuevos.

Creo que desde acá es pertinente mencionar unas palabras de Borges cuando menciona que no se debe leer los clásicos por ser clásicos. Si se hiciera eso la lectura sería un acto obligado, dado que la lectura debería ser un motivo de felicidad. Claro está que dicha felicidad (e intentando unir esta afirmación con el Gilles Therien) las instituciones literarias (o porque no decir también filosóficas), tienden a limitar el espacio del lector con un modelo estructurado de lectura en donde tienen que ver autores de manera sistemática, borrando así la libertad de moverse a través de los mundos imaginarios del lector. Pero dichos mundos solo se construyen cuando tenemos en cuenta que los textos son un mundo listo para ser interpretados; y que cada texto lee en mí un "mundo", y así todo el mundo está propenso a leerle solo por la simple razón de que todo está puesto para ser interpretado.

No es pertinente olvidar las palabras antes dichas, para así pasar al siguiente plano del ensayo en el que entra en juego el concepto de memoria (o como dice Therien: “la memoria de la retórica antigua”); cosa que a mi parecer encierra y comprime todo lo que tiene que ver con escalera.

Ahora bien la memoria puede entenderse como un baúl, no de herramientas sino de apuntes; cuando se busca en ellos, lo hacemos para poder recordar y ser recordados. Nunca se podrá decir que la memoria es un concepto fuera del círculo de autonomía, libertad de movimiento o en palabras un poco toscas algo así como “yo hago lo que se me da gana”. Precisamente (y a pesar de lo rústico que sonó lo anterior) la memoria sirve no solo para recordar, sino para mantener la autonomía entre la interpretación y la comprensión en la lectura misma.

Es por la memoria que podernos interpretar y ser interpretados; y por esta razón hay un paralelo entre escalera y complejidad; siendo escalera un acto ascendente y descendente, que también es una manera de profundizar y explorar. Para finalizar pienso que el acto de la memoria enriquece la comprensión del lector a la hora de leer el mundo.



Complejidad

Hay algo muy particular que tiene la categoría complejidad. En ella se encierra no lo que significa leer, sino la manera en que se aborda la lectura. Estoy de acuerdo con que "leer inteligentemente es también leer con imaginación; y en totalidad para Therien eso es complejidad; cosa que también entra en el vínculo de la memoria y ahí su conexión con el concepto de escalera; pero hay que tener cuidado a la hora de abordar una obra literaria. Normalmente la opinión e interpretación de una novela pertenece más al plano subjetivo, y entre las cuestiones inmersas en la subjetividad cualquier explicación es válida.

Gilles Therien en su extensa argumentación dirigía su visión a un punto muy interesante; la base de toda lectura literaria, desde el psicologismo y la estructura estaba limitada a decir que la obra literaria solo es un referente en donde hay datos de la vida real; así, erradican la ficción y la reducen a la improbabilidad. En eso no podría diferir; pienso que la lectura literaria no puede ser abordada como filosofía, o dejar a la filosofía (o a otras disciplinas humanas) con una simple interpretación literal. Si volvemos a la literatura una filosofía y vise versa, será reducir y menospreciar la riqueza de cada una.

El abordar la obra literaria por lo tanto debe tener una forma de comprensión desde la misma obra; sé que es una forma de débil fenomenología pero el carácter trascendente de las formas, personajes, mundos construidos por el autor son hechos con imaginación, y tener esta imaginación requiere un grado alto de inteligencia. Por eso tanto yo como el autor estamos de acuerdo que para la lectura compleja se necesitan lectores atentos, activos y no pasivos. La complejidad entonces será ese afán por comprender la obra literaria desde ella misma, construyendo con ayuda de la memoria personal no una metáfora lingüística sino una metáfora viva, literaria y no literal.

Para finalizar la complejidad como propuesta para abordar la literatura está sumergida en el acto mismo de la lectura. Para lectores pasivos no hay lecturas complejas; porque en la complejidad misma de la obra, existe una rigidez derivada de un trabajo hermenéutico. De hecho entre más compleja sea la obra literaria más difícil será su comprensión e interpretación. Un claro ejemplo son los cuentos infantiles comparados con las obras de Don Miguel de Unamuno. Es algo muy sencillo, pero que por desgracia se ha olvidado. Por otra parte el ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez no puede compararse con las obras de Walter Riso; y no porque las unas sean mejores que las otras, sino porque la una está hecha para lectores activos en su forma de leer, mientras que los otros no mucho. En fin, el acto de la lectura –dice el autor- es complejo; porque no se sitúa al mismo nivel que el objeto material; y si no se sitúa al mismo nivel del objeto es porque el acto de la lectura se enfrenta por un lado con las ideas y las visiones reales del mundo, y por otro lado la imaginación.

La imaginación, en su relación con la complejidad, describe una especie de fenómeno de amplificación en la lectura. Cuando leo, soy remolcado por mi imaginación que, en la medida en que se mantiene mi interés, nutre constantemente un asunto de la imagen que viene a llenar el vacío entre el libro y el lector.

Por eso la imaginación encuentra en el lector una lectura inteligente[1], una recepción compleja ascendente y descendente de la imaginación en el acto de leer.



Conclusión

Para finalizar es necesario aclarar que todas las citas sacadas de este ensayo fueron sacadas del artículo Lectura, escalera y complejidad de Gilles Therien. Por lo demás la lectura no solo es un acto de decodificar signo, que al pasar los siglos tienden a ser imágenes que forman nuestra visión, y a la postrera nos habla de sí mismos. La lectura siendo un acto que nos muestra el mundo-texto; es también una percepción que está unido a la memoria colectiva, al mito como relato y la historia como memoria. Nunca deberíamos olvidar lo importante que es leer, pero, más importante que leer es saber leer.


Notas de página

[1] Tengo en cuenta este concepto con un agregado personal: la literatura no debe ser un acto del pensar, sino más bien se debe pensar la literatura, sin quitarle a ella misma su lugar en el pensamiento.  

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