póstuma palabra (ensayo)



Introducción

    No hay cosa más difícil para un escritor que escribir sobre lo que lee, o más bien, sobre su experiencia en las letras. Muchas veces han sido compañeras de caminos y productoras de innumerables formas para poder ver el mundo de varias maneras. En las letras (como lo decía aquel escritor agradecido con su ceguera, pronunció que), en ellas, está lo grande y eterno. Borges (del que hablo) fue director de una gran biblioteca siendo invidente en su vejes; él pudo reconocer que los libros y la lectura era una de las cuantas formas de felicidad. Ahora bien, cuando nos referimos a las letras y a la experiencia nos referimos a un artículo de lo más personal; y yo que soy maestro, y enseño no solo a pensar, me es delicioso embadurnarme de aquello que es precisamente el origen de una de mis felicidades.
Pues bien, cuando leemos y escribimos lo primero en lo que no pensamos es en ver la experiencia como un tratado de filosofía (aunque leer tanto como escribir es toda una filosofía); si fuera así las letras serían cuestión de pocos; sería una comunidad o una doctrina; nadie o muy pocos accederían a ellas; y hay que ser razonables: no muchos están a favor de que las letras sea cuestión de dogmas[...] no todas las personas aceptarían pertenecer a una misma comunidad; el mundo, al igual que las letras son un gran cóctel de plurisignificados y tensiones entre diferentes formas de vida. La escasa muestra de respeto traería por lo tanto un poco de atolerancia y vendría el caos. Por esta razón comparo mi experiencia con las letras parecida al mundo. Lo considero habitable e independiente a mí. En general, es un lugar al que voy, por las noches, por las mañanas o al medio día. Chocaría fuertemente esta afirmación con el sistemático modelo tradicional  de lectura y la escritura; pero verla así es desvalorizar la riqueza de lo que es leer y escribir, tanto como pensar, y, por esta razón prefiero llamar en vez de procesos de lectura y escritura, "alfabetización", y cuanto se refiera a ello de una manera más poética; y si lo piensan por un momento, de una manera filosófica, las palabras se compara con el fuego de Prometeo. En cuanto a leer no sería "procesos de lectura y escritura"; en lugar de ello prefiero mencionarlo como toda una "experiencia con las letras"; no es análisis y retención de contenido textual "es comprensión, crítica, y contemplación del entorno estético"; no es metodologización de estrategias lectoras y escritoras, es "la forma más viva [de ser] por medio de las letras".
Para ser un poco menos inquisitivo con las ya trilladas normas estandarizadas de la educación de mi país, desearía nombrar una pequeña anécdota que servirá para ilustrar: uno de mis profesores de filosofía de la academia (el que me dicta hermenéutica) una vez estando entre la facultad de medicina y ciencias ambientales de mi universidad, lo encontré, y decidí pedirle algunas explicaciones de la materia. En un principio yo actué con todo el rigor categórico haciendo una explicación rigurosa y académica sobre conceptos sobre la hermenéutica de Heidegger, Paul Ricoeur, Gilbert Durand y Jung. En mi ignorancia respondí, pero nunca creí, que él, con unas pocas palabras me explicara algo tan profundo de manera sintética y sin extravíos [...] me dijo (a manera de aproximación a sus palabras): No está mal lo que dices, está bien mirar la hermenéutica con una rico carácter ontologizante, pues de todas maneras la obra, tanto como la lectura es un "órgano vivo" y enriquece profundamente la experiencia personal; es buscar el ser, y ser dentro de la obra.
No les mentiré que mis palabras no son precisas, y el discurso de mi maestro es solo una pizca de lo que yo puedo recordar, pero el que escribe es humano, y no hay mejor filosofía que aquella que nos muestra como lo que somos, humanos. La lectura, al parecer, a veces y solo a veces, parece ser más humana que nosotros, los que leemos.  



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    En el transcurso de la vida humana, desde que se tienen antecedentes, ha sido de gran importancia la palabra escrita. En sus inicios sirvió para guardar el patrimonio invaluable de la humanidad. Los griegos, tanto como los egipcios tuvieron sistemas escritos, y gracias a ellos podemos evidenciar su cultura y su filosofía de vida[...] hacer caso omiso de este desarrollo es negar el transcurso de la historia humana. Claro está entonces que los orígenes de la lectura son muy antiguos. Por ejemplo en el año 10.000 a. C. aproximadamente aparecieron los primeros indicios de escritura simbólica en África, que provienen de la tribu San; y a pesar de que no es escritura en todo el ámbito de la palabra tuvo esa función. Los primeros indicios de escritura (aproximadamente) se dieron en el periodo neolítico y cumplen un valor parecido al de la escritura; se piensa que uno de los primeros en tener sistemas de escritura fue la cultura de Mesopotamia. En fin, este es solo un breve acercamiento histórico referido al tema de las palabras, que en su gran mayoría sirvieron como preservación y enseñanza de tal cual cultura. En nuestro tiempo el modelo es diferente a pesar de que siga siendo el mismo "modelo". Cada sujeto como primero en su mundo considera las letras de maneras muy diversas; los literatos ven en ellas, grandes y profundos mundos que se construyen con palabras, que fruncen cicatrices en la vida misma. ¿Quien negaría entonces que no hay belleza en las letras? Ninguno, no es posible; la música en este sentido se parece a las letras, con la única diferencia de que las palabras son conductoras, y manifiestan contradicciones, pensamientos, ciclos y conductas del hombre. Las bellas palabras nos muestran cosas que por un momento no sabían, y el conocerlas nos ayuda a conquistar nuestro mundo. Por eso no puedo estar más en desacuerdo con las personas que ven las palabras solo como bellezas que muestran sentimientos; si me lo permiten (y con todo respeto), creo que hay personas sufren de una terrible enfermedad que normalmente le dan a los poetas con poca monta. Una enfermedad que conduce los sentidos a cerrarse por culpa de la falta de criterio ¡pobres! sufren la peste de la prosa irracional. Una enfermedad que afecta a personas que creen que en los sentimientos se encuentran las mayores respuestas fidedignas, y que el arte no puede ser un complemento con la razón. Ellos, hablan de maneras suntuosas he inspiradoras de cosas que ellos mismos desconocen; pronuncian los deleites de mencionar a Shakespeare y Víctor Hugo sin ningún sentido. De todo ello, me es imposible no estar en desacuerdo[...] La lectura tanto como la escritura se refiere a todo acto de deleite y de descubrimiento[...] son códigos que traducimos; no es más, y en cuanto a letras será siempre eso: códigos que traducimos; pero (y tengan este "pero" como importante) eso nos dice que el carácter y la importancia no estriba en los códigos sino en los que los códigos nos brindan. Más equivocado no puedo estar para muchos; pero piensen que una "A" solo eso una "A"; aunque si utilizo la palabra "A" junto con otras tres ¿No formaría la palabra "amor"? Ahora bien, pensemos no solo en letras y códigos, sino en palabras que forman símbolos, y estos símbolos que forman significados, y estos significados que transforman la vida como la conocemos.
    La palabra libertad y justicia son tan grandes que de ellas nacen dos filosofías; una es la ética y la otra la política. De la palabra relato nacieron millones de historias que son muestras de la capacidad creativa e intelectual del hombre. Por ello mismo a pesar de que la escritura sean códigos, signos y "símbolos" que nos hablen del mundo y de sus cosas, su importancia no estriba en ellas mismas, sino en lo que ellas nos muestran. por último los piratas dan muestra de una sutil metáfora en cuanto al tema:  en su existencia nadar por las aguas, se compara con la aventura  y el descubrimiento. El agua por sí sola no nos da nada, lo importante es lo que hagamos con ella.



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    Mi vida de escritor es tardía, mientras que mi vida como lector da luz en medio de la educación en mi adolescencia. Por parte mía no puedo decir como muchos que sus  vidas como lectores comenzaron a una muy temprana edad; recuerdo muy bien que el primer libro que me pidieron leyera en mi casa se llamaba los "cuentos de mamá grande" de Gabriel García Márquez. Una obra espléndida, rica en muchos sentidos; pero gracias a corta experiencia no puede verlo. Recuerdo que un día mientras leía estaba tan cansado de leer (y me parecía tan tediosa lectura), que adelantaba las hojas desde digamos la página veinte a la página setenta o más; luego iba en donde estaba mi madre y le decía "madre, he terminado la lectura ¿puedo jugar?". Ella solo me decía: "bueno está bien se puede ir"; y yo obviamente me iba. 
    Si analizamos la situación de una manera abierta y con gran entusiasmo, llegamos a la conclusión de que si yo en mi niñez evitaba leer, era porque no entendía lo que decía el texto o la obra. No sabía que era, y mucho menos que se entendía por leer, o saber (por lo más básico) que son las palabras y como las comprendo. En mi madures la lectura y el estudio constante en materia de filosofía, literatura y arte cambiaron esa visión; y era de esperar[...] llega el instante en que leemos algo de filosofía y literatura (o estudiamos algunos pensadores), y es imposible, no llegar a tal punto en donde sus conceptos se mezclen con nuestra realidad, o en el mejor o peor de los casos reflexionar acerca de ellos. Es imposible no salir diferente; es como si te cambiara y a la vez te carcomiera como un cáncer[...] y tu piel, seca y sin fibra, termina comprendiendo lo duro y a la vez lo dulce de la vida, de la muerte en una sola página. 
    Wittgenstein es un pensador brillante. Su comprensión ayuda  a entender porque el lenguaje es un juego ¡Claro! El dolor no es una conducta, y la palabra dolor no es una sensación[...] es una manifestación; y por esta razón no es sano ver (las palabras y el lenguaje) como simples formas mentales. Nuestro mundo se constituye a través de palabras, que son canales plurisignificativos, que constituyen todo, no solo nuestros pensamientos, pasiones y conductas. Ahora bien, más que nunca este pensador me hizo dudar de las palabras; de su uso más que de su origen[...] un caso simple sería ¿Cuando se diría "¿tengo un problema filosófico resuelto? ¿Eso no nos llevaría a otra pregunta? ¿Qué es una pregunta? Si lo pienso por un  momento el filosofar es un eterno preguntarse; y todo problema discursivo, una dificultad gramatical[...] como si la palabra "pregunta" evocara grandes incertidumbres que florecen, que quedan al descubierto. No crean que divago (aunque sea considerado un arte divagar); si reflexionan por un momento las palabras, en un sentido amplio son la base necesaria para la comprensión de eventos e ideas que vienen a nuestra mente; claro está que desde varias perspectivas, esto puede dilucidar muchas y más grandes concepciones acerca de las cosas misma; en palabras un poco más claras, la mente y el lenguaje se parece más a un laberinto que a un camino en línea recta.
   Retomando el tema (luego de reflexionar un poco sobre el lenguaje y su uso) ser un buen escritor, tanto como ser un buen lector y pensador, conociste simplemente en entender cuáles son los juegos que utilizo y utilizan para dar sentidos a las palabras. Si yo domino mis palabras, domino mi discurso y por lo tanto solucionaría los problemas filosóficos que acarrean entre ellas[...] las palabras en sí mismas dan claridad (por ejemplo: la palabra hombre, filantropía, libertad, corazón, etc.); y la claridad constituye uno de los sentidos de la filosofía y de la literatura. Ahora bien, piensen en la literatura como una combinación entre sentidos, palabras y arte, pero organizado de manera que sea estéticamente constituido. La literatura no es filosofía y sería una pérdida de tiempo pretender compararlas una con otra; pero lean y comprueben: la literatura da sentido, como también encierra cuestiones, ideas y totalidades de mundos; da respuesta y deleita nuestra mente y nuestro espíritu; y son muy pocos los que ahondan en tal misterio. El poder de las letras podrá verse cuando se vea la magia de las misma (y no me refiero a magia desde un total punto de vista ingenuo, burdo y supersticioso).
    Que el espíritu humano recuerde: una buena lectura es aquella que atrapa, que es dirigida por un sentido, que se logra comprender e interpretar; si las personas no gustan de las letras es porque no saben interpretar, y a la larga se aburren y prefieren otros mecanismos muchos más provechos, como esperar que la cadena Fox eduque a las personas. Stanislao Zuleta en su ensayo "sobre la lectura" refiere varias afirmaciones en las que me apoyo. A la larga me hicieron comprender que el trabajo de la lectura es un trabajo de interpretación. Piensen por un momento, tienen en sus manos el Organon Aristotélico, y cuando ustedes van a leer entran con ánimo y motivación; cuando leen la primera línea y por primera vez, el único motivo que tienen es de poder terminar rápido el libro[...] sus mentes estallan (en muchas ocasiones) como un huevo en un microondas; y peor aún, el entendimiento resulta ser nulo cuando el joven Aristóteles juega con nuestras mentes como a un niño pequeño. Por eso ¿Que sería del hombre sin los escritores? Preferible sería que de mil lectores, hubiera por lo menos uno que escribiera y así tuviera condición para poder subsistir en este mundo. La interpretación es al fin y al cabo un juego de nociones y definiciones que se transforman por medio de símbolos. En la interpretación las palabras y las letras (y claro que el lenguaje) juegan un papel importante y necesario; el desarrollo de lo que llamo descubrimiento y experiencia se da cuando el hombre obtiene el germen de la interpretación (lo que dice el texto) y la comprensión (lo que el texto es); es aquí donde se da el descubrimiento, y esa es la razón por la que leemos literatura y filosofía: porque siempre será excitante comenzar un libro, y más uno en el que sabemos que nos va  aportar y que nos va a divertir (un ejemplo son los escritos de Nietzsche que es un  mezcla de un agudo sentido, brillantes y el más sarcástico y burletero ser en la filosofía).
    La vida del pirata es eso al fin y al cavo: Una vil y sucia rata que se contenta con buscar en todas partes su lugar [...] que prueba las mejores mujeres y roba las mejores joyas; y que siendo su patria la mar, se escabulle más allá de ella, arrastrado por su sed de aventura, de descubrimiento, de conocer lo oculto entre las palmas y las playas. Recuerdo esto y lo asemejo a mi vida entre las letras, porque es también un honor que hago al primer libro que leí "la isla del tesoro" de Robert Louis Stevenson. A la larga no seamos ingenuos, leer es algo que cambia y transforma al igual que los viajes y las aventuras; yo, como muchos llego a la conclusión de Borges, prefiero leer un libro de aventuras que una novela policiaca. Así termina todo, y entre filosofías y letras se encuentra mar abierto. Su identidad (las palabras) queda plasmada de manera diferente en cada uno, y cada uno hará de su experiencia algo retorcido, malévolo o dulce; lógico e irracional [...] En definitiva esas son las letras, solo me queda una pregunta ¿Cual será la experiencia en las letras que cada lector de este ensayo tiene? no lo sé, pero me lo pregunto con una gracia, envuelto en un misterio; porque leer es como la magia: el truco está detrás del acto.      


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