El arte y la comprensión del mundo



Guernica

Pablo Picasso 
Abstrac

Las razones para comprender una obra de arte son así de fuertes para el literato como también para el pintor o filósofo. Y de esta necesidad de comprensión evoca un sentimiento de búsqueda, o más bien una necesidad de abordar el arte de una manera intelectual, sin dejar atrás la sensibilidad que el mismo nos da. En las siguientes palabras se hablará de problemas relacionados con la claridad que nos brinda la obra de arte, se defenderá la expresión artística, el reconocimiento y la interpretación que realza el sentido de realidad en la vida humana y en la existencia concreta.   


El conflicto del arte en la existencia humana

El arte no es solamente un forma de entretenimiento; ni mucho menos considerado una diversión. Pretender estimar el arte como un elemento de “pasatiempo”, sin ningún análisis o reflexión (psicoanalítico, hermenéutico o fenomenológico), reduciría al ser humano a simples causas estimuladas por sonidos, figuras y símbolos. No es de esperar que en nuestra contemporaneidad el arte solo sea un instrumento más; en vez de dar un salto sobre el abismo del “reflexionar” la forma en que el ente se apropia de su mundo precisamente por medio del arte. Al fin y al cabo la profunda reflexión filosófica es una forma de comprender el lugar que tiene el arte en la vida del hombre.
En la historia de la humanidad se evidencia que es el arte la manera más primitiva de sentirse vivo, de expresarse; y no es de esperar que en pleno siglo XXI sea diferente. La expresión artística tiene el poder de ser un camino para reconocerse a “sí mismo” y ser conductor de la relación entre el sujeto y el mundo. Dado el caso la filosofía, y los filósofos del arte toman el atrevimiento de decir: "La obra de arte es una realidad que nos muestra el artista más engrandecida”; a mi parecer tal afirmación no tiene nada loco o retorcido. De hecho la razón está enraizada en la intencionalidad del mismo artista, tema que trataré más adelante, o en otra ocasión. Por el momento me interesa dar un salto preliminar al fenómeno mismo antes de mostrar las categorías que se relacionan con el tema.
Pienso en lo particular de la visión de mundo que refleja el artista; es en todo caso diferente a la concepción de mundo cotidiano. Por eso sería perjudicial afirmar algo sobre cierta rama artística desde su destreza técnica. Normalmente las preguntas que surgen al respecto con un pequeño matiz positivas son ¿Cuál es entonces la funcionalidad del arte? o ¿Para qué sirve? La verdad no sirve para nada, pero hay que aclarar que una cosa es el uso y otro el valor del mismo. En este caso la filosofía y el arte se parecen mucho, pues la filosofía al ser tan inservible para el uso, y al no ocuparse de alguna manualidad, sale de la esfera común y se eleva hacia lo concreto. El arte por lo tanto es toda un filosofía y no debería mostrarse como medios para un fin. Esa es la paradoja contemporánea. El arte siempre nos dice algo; pero, ocuparse en verla como una simple herramienta, trastornaría la misma y perdería la esperanza de que la obra nos hable. Dicha paradoja cae en hombros de amantes a la técnica y la comprobación; y luego, algunos artistas con el ánimo de ver lucrativo el arte, caen sumisos ante el domino de tecnificación en todas las áreas del conocimiento. buscan ansiosamente utilizar el arte para crear estados, vender marcas, promover publicidad y cuanta cosa repugnante se les ocurra. Ya el arte sirve, y precisamente esto quita el vínculo con la expresión y la visión de mundo que nos comparte el artista. En cuanto a este fenómeno pasa lo mismo que los que se dicen llamarse metafísicos en el siglo XX; ellos, son rechazados por las ciencias exactas solo porque no tienen ninguna utilizad de carácter empírico o pragmático, pero este tema a pesar de lo interesante que es, no es conveniente tocarlo. 

Una obra de arte no tiene, desde algunos parámetros ninguna utilidad técnica; no ofrece una respuesta matemática, no le interesa buscar soluciones para el hambre en el mundo, la economía o la falta de alimento. Un buen libro, solo será eso, un buen libro. Ahora, al colocar caracteres como la utilidad, la técnica, el uso en el arte, se conseguirá limitar el panorama de observación y arrastraría al ser humano en un intenso y desquiciado amor a las referencias. Información supuestamente valiosa para repetir en algún medio; información, solo eso, información. Este es otro parámetro preliminar; pues hasta ahora se ha planteado el uso indebido de una facultad humana, convirtiendo el arte en solo datos. He ahí el dilema, el arte no es solo datos. Es todo un mundo listo para ser interpretado y sentido por la vida del sujeto.
En cuanto a la visión sesgada del arte estoy seguro que muchas personas viven el arte así, de manera corrupta, plagada de un falso honor artístico. Tal vez algunos ilusos aprecian una novela como un mapa autobiográfico, o la historia de un personaje que hace cosas frívolas detrás  del pensamiento más frívolo de su creador.
La obra de arte como la analizó Paul Ricoeur en "teoría de la interpretación", pareciera ser una manera de abordar el texto poético, desde la obra misma, teniendo en cuenta que la obra o el texto es un órgano y un ser vivo, con alma y con existencia. Él precisamente aborda la capacidad semántica y no semántica del signo, su metáfora y la forma de comprensión del acto de leer. De forma general la problemática principal es la dialéctica del acontecimiento y el sentido. Si todo discurso –dice Ricoeur- se actualiza como acontecimiento, todo discurso es comprendido como sentido; y precisamente es porque el texto tiene temporalidad narrativa, ya eso en definitiva es un acontecimiento, aunque el acto de habla es productor de acontecimientos que dan un sentido; quiere decir la razón de ser, la lógica o la finalidad del objeto significante. Su análisis separa descripción de interpretación, sentido de referencia y comprensión de entendimiento (por así decirlo). Para Paul Ricoeur un texto (hablando del sentido del texto y la interpretación), no es solo un conjunto de letras en un libro. Para ser claros y de manera más amplia un libro (una obra de arte, etc...) es: un mundo-texto, que se abre al lector; es como un pequeño universo listo para ser comprendido y entendido. Todo texto puede ser leído; entendiendo por texto todo lo que puede ser interpretado. En otras palabras (un tanto poéticas) cuando leemos literatura, “o lo que sea”, terminan las palabras existiendo tanto como existe el sujeto. No nos extrañemos cuando el libro o la pintura  termina leyéndonos más de lo que leemos el libro mismo.

El pensamiento de Ricoeur sirve de paralelo para comprender de manera profunda el "acontecimiento" del arte, no nos habla precisamente del tema, pero tiene una conexión con el tema mismo. Ahora el texto puede ser comprendido, pero cuando se comprende el texto, se comprende el "mundo" que nos revela el texto (en este caso la obra de arte). No solo se profundiza el mundo del autor, sino también el nuestro; y es así como ya la obra termina leyéndonos. Luego tras el paso del tiempo, no es de esperar encontrar una fenomenología de la existencia; esto quiere decir: encontrar en nuestra comprensión de mundo, las cosas que son, solo por el hecho de ser lo que son. Terminamos al fin y al cabo reconociendo que la obra de arte (letras, pintura, escultura, etc...) habla más de "mí mismo", de lo que yo soy.
Hasta acá quiero hacer un paralelo de lo expuesto y para ello utilizaré dos palabras que serán opuestas. La primera es la tecnificación del arte, y la segunda artis corporeitate (el cuerpo, el mundo o la existencia individual del arte mismo).
Para terminar siento que es más provechoso esto que el movimiento de una máquina sistematizada; pensaría que lo que alude a "sí mismo" es más humano que robótico, y si el arte despierta en nosotros la curiosidad de saber sobre mi mundo defino ¡qué es más humano y más provechoso! entonces se deberá cambiar la definición tanto como la idea que tenemos sobre arte.  


Los estadios de comprensión artística (La filosofía del arte según Collingwood)

No me atreveré a mostrar todo el valioso pensamiento de Collinwood; es posible y a la vez complejo. Por lo tanto solo haré una breve apreciación del conjunto de conceptos que llevan al “ser-ente” ser comprendido por medio del arte.
Para comenzar hay algo claro; todo está puesto para ser comprendido, la vida, la existencia y el mundo… En todo caso dice Publio Terencio Africano homo sum, humani nihil a me alienum puto (Hombre soy, nada humano me es ajeno); algo claro es entonces todo lo humano, y nada de lo humano me es ajeno “valga la redundancia”. Ahora el arte entra en todo lo humano ¿Pero cómo podrá llegar a ser totalmente comprendido, siendo algo también humano? ¿Cómo poder llegar a una fenomenología del arte (quiere decir mostrar la obra de arte, tal como es)? Estas preguntas se compactan en una expresión: El arte es cuestión de identidad, de sentido y de claridad, etc.… Es ahí donde Collinwood da al artista el nombre de profeta. Listo ¿Por qué profeta? Sencillo: El profeta –dice él- muestra los secretos del corazón y la realidad del mundo. Para Collinwood el arte es la medicina contra la muerte; la forma de curar el dolor que se asume ante la poca comprensión de la realidad. Cuestión que relaciona como enfermedad de la mente. Esta enfermedad puede denominarse falta de claridad, y la persona que ve el arte como algo importante se podría llamar arqueólogo del sentido (quiere decir dicha persona que intenta buscar entre escombros el sentido de lo que percibe en el arte). Esta denominación de arqueólogo cura la enfermedad de falta de sentido que tiene el sujeto sin claridad; humano que por falta de visión necesita una cura. La música y la pintura se convierten en esa calma, tan añorada por algunos que no entienden el sentido que está expuesto en la existencia; es así como la apreciación artística es un trabajo de desenterrar escombros, y algunas veces es tanto el trabajo arqueológico que si escuchamos con atención a Pagganini, es imposible dejar pasar la angustia del existir que experimenta el en sus caprichos para violín.  
Espero no divagar tanto en mis pensamientos pero hay cierta corrupción a priori en la realidad. Por lo tanto el artista  como un profeta  da esa claridad. Si no lo conseguimos  en tal caso queda sumirnos más en la incertidumbre diaria. Eso, depende del artista tanto como del sujeto. Ahora volviendo al tema, para llegar a la comprensión (o claridad) de la obra, el primer estadio es el de la confusión. En este estadio las ideas personales son trastornadas por el peso de la incomprensión. La incertidumbre juega un papel importante a la hora de abordar la obra; por eso tenemos la necesidad de buscar señales de vida, una realidad más clara o una obra de arte.
Retomando las palabras mucho antes mencionadas el arte es una realidad amplificada. Pero para poder tener acceso a esa “realidad amplificada” hay que toparnos con el segundo estadio de comprensión que es: “abordar la obra”, vernos frente a frente con ella. Para Collinwood este es el origen del problema; la forma de abordar la obra de arte está en las manos, no del artista, sino del público. Es el público el que va a interpretar la obra, pero ¿qué clase de mente tendrá el público que aborde la obra? Collinwood en su opinión habla de dos clases de mentes: La primera es aquella mente corrupta, que solo ve en  el arte un uso, una técnica, un medio para un fin. Con esto el no descalifica la mediatización técnica dada por el artista, sino que critica (prácticamente) la única vista apoyada en el uso, el oficio, en vez de la expresión. La expresión –dice él a modo de paráfrasis- es una actividad para la cual no puede haber técnica en su totalidad. 
Luego de estar en la incertidumbre a priori y de abordar la obra en “sí misma”,  llega el tercer estadio de comprensión: “la claridad[1]”;  y –pienso que- Collinwood en este caso hace un paralelo entre la experiencia y la expresión; siendo la experiencia una búsqueda de la misma experiencia, en donde el arte no es una mera recepción de estímulos sino un compromiso imaginativo. Eso es en esencia, la raíz de lo que significa abordar una obra de arte y entenderla, desde la mirada del filósofo del arte.
 La expresión desde el sentido artístico se une a la experiencia que es entendida por el público y por el mismo artista. Un ejemplo sencillo es: Un pintor da sus pinceladas, expresa su mundo, interpreta su obra como una experiencia más engrandecida de la realidad, pero la recepción está por "mí mismo"; por eso la claridad que el artista nos muestra, puede ser tomada como una revelación, o como la función del profeta "que no es tomada desde un sentido espiritualista o religioso, sino desde su definición básica: Aquel hombre que lleva luz a los que no tienen". 
Es imposible ver El viejo Judío, o Guernica de Pablo Picasso y no preguntarse la claridad política que invade el pensamiento de él mismo. O cuando leemos Primaveral de Antonio Machado es imposible no preguntarse sobre esa imagen casi romántica de lo que se podría denominar una soledad compartida. 
Para llegar a la claridad –finalmente- se debe abordar al artista y a la obra de arte desde: el pensamiento, el sentido de la obra por sí misma, el paralelo entre “experiencia” y “expresión” (recordando que arte es expresión y no totalmente técnica) y el sentimiento.  La claridad debe ser abordada con un sentido intelectual y siempre crítico; pero sin olvidar que el arte es una expresión más grande de la realidad, una forma de mostrar el mundo mediante otros ojos que no son los nuestros. Reconocernos a nosotros mismos, es reconocer al otro en nosotros; siendo así entonces se dirá que el arte está en nosotros y en el Otro, pues homo sum, humani nihil a me alienum puto.
La comprensión de los estadios, muestra que el fin último de la claridad, es ver que en cada obra de arte hay más de nosotros de lo que nos imaginamos que hay.

Conclusión
El papel del artista dentro de su cosmología o cosmovisión entra en juego con la eterna lucha del hombre por expresar su anímica condición humana. El problema es, que “artista” no es el que con herramientas construye una obra de arte; más alejado no podría estar el que piense así del arte, como si fuera un simple medio para un fin. Pero hasta ahora, artista es aquel que transforma, cambia algún objeto para dar claridad a su pensamiento.
Por el momento ya está claro el concepto de la recepción crítica e inteligente de la obra de arte. Para esto los estadios de la comprensión: La confusión, el abordar la obra y la claridad son principios para entender y hacer nuestro, el mundo y la realidad que nos muestra la obra de arte. Además de hablar sobre nuestra existencia, enriquece nuestra comprensión de mundo. La obra artística nos da un profundo sentido de un fenómeno humano tan importante como las manos del artesano.




[1] Según Descartes en  las meditaciones metafísicas  en las cosas claras y distintas no podemos equivocarnos; y define una percepción clara como aquella “que está presente y manifiesta para una: mente atenta”. Percepción distinta será aquella que no sólo es clara, sino que es de tal modo precisa y separada de todas las demás, que no contiene más que lo que es claro.

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